Audiencia general: el Papa exhorta a los católicos a seguir atendiendo las necesidades
de los africanos y pide un compromiso de la Comunidad Internacional para solucionar
los problemas del continente
Miércoles, 25 may (RV).- En su saludo en inglés, en la audiencia general, en este
día - 25 de mayo - que Naciones Unidas ha dedicado a África - en el aniversario de
la creación de la Organización para la Unidad Africana, en 1963 - Benedicto XVI, asegurando
sus oraciones, ha dirigido un llamamiento a las instituciones católicas y a la Comunidad
Internacional en favor de los amados pueblos africanos:
“Hoy es el Día de África. Pienso y rezo por los amados pueblos de África. Exhorto
a nuestras instituciones católicas a perseverar en su generosa atención a las necesidades
de los africanos. Y rezo con el anhelo de que la Comunidad Internacional se comprometa
cada vez más en solucionar los problemas del continente africano”.
Este miércoles, una semana más, la plaza de san Pedro ha sido el escenario donde Benedicto
XVI ha celebrado la Audiencia General para los aproximadamente 27 mil fieles presentes
en Roma. El Pontífice esta vez ha reflexionado sobre el Salmo 115, recitado en las
primeras vísperas del domingo de la tercera semana. “Acción de gracias en el templo”.
El Papa al principio de la catequesis ha aludido al Salmo recordando a san Pablo cuando
escribe a los cristianos de Corinto. El Apóstol se siente espiritualmente de acuerdo
con el Salmista en la serena confianza y en el testimonio sincero, a pesar de los
sufrimientos y de las debilidades humanas. Escribiendo a los Romanos, Pablo retoma
el versículo 2 del Salmo y delinea un contraste entre el Dios fiel y el hombre incoherente.
La tradición sucesiva transformará este canto en una celebración del martirio a causa
de la afirmación de la “muerte preciosa de los fieles”. También hará un texto eucarístico
en consideración de la referencia al “cáliz de la salvación” que el salmista eleva
invocando el nombre del Señor. Este cáliz, ha recordado el Papa, queda identificado
por la tradición cristiana con “el cáliz de la bendición”, con “el cáliz de la nueva
alianza”.
Seguidamente Benedicto XVI ha evidenciado que el Salmo 115 en el original hebreo constituye
una única composición con el Salmo precedente, el 114. Los dos constituyen una acción
de gracias unitaria, dirigida al Señor que libera de la pesadilla de la muerte. En
el texto aflora la memoria de un pasado agonioso, pero la súplica del orante, se transforma
en gratitud porque el Señor ha liberado a su fiel de la mentira. El orante se dispone,
por lo tanto, a ofrecer un sacrificio de acción de gracias.
En efecto se señala de manera explícita, además del rito de sacrificio, también a
la asamblea de “todo el pueblo”, ante el cual el orante cumple el voto y testimonia
la propia fe. Será en esta circunstancia cuando él hará pública su acción de gracias.
Dios no es indiferente al drama de sus criaturas, corta sus cadenas. El orante salvado
de la muerte se siente “siervo” del Señor, “hijo de su esclava”, una bella expresión
oriental para indicar quien ha nacido en la misma casa del patrón.
El Salmo, siempre, por medio de las palabras del orante, ha proseguido el Papa, termina
evocando de nuevo el rito acción de gracias que se celebrará en el marco del templo.
Su oración se colocará de esta manera en el ámbito comunitario. Su vicisitud personal
se narra para que sea para todos un estímulo para creer y amar al Señor. El Papa ha
finalizado su catequesis encomendándose a la palabras pronunciadas por san Basilio
Magno, en la homilía sobre el salmo 115, al comentar la pregunta y la respuesta presente
en el mismo: ¿“Cómo podré pagar al Señor, por todo el bien que me ha hecho?” Alzaré
la copa de la salvación.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para
los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia:
Queridos hermanos y hermanas: El Salmo que hemos cantado al principio lo cita san Pablo a los cristianos de
Corinto diciéndoles: “Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito:
‘Creí, por eso hablé’, también nosotros creemos y por eso hablamos” (2 Co 4,13). Como
el Salmista, el Apóstol siente serena confianza, a pesar de los sufrimientos y debilidades
humanas, dando gracias al Señor que nos libra de la angustia de la muerte. El orante, junto con la comunidad, da testimonio de la propia fe al sentirse salvado
de la muerte y profesa con alegría que pertenece a la casa de Dios, a la familia de
las criaturas unidas a Él en el amor y la fidelidad. Su testimonio es para todos un
estímulo para creer y amar al Señor que, al salvarlo del dolor y de la muerte, lo
guía hacia la esperanza y la vida.
Saludo ahora a los peregrinos de lengua española, en particular a las Religiosas
Dominicas de la Anunciata, a los grupos de España, Guatemala y México, así como a
los demás fieles de América Latina. Demos gracias al Señor por el gran don de la vida
y por la redención ofrecida a todos.
Mañana, Solemnidad del Corpus Domini, a las siete de la tarde presidiré, en la
Basílica de San Juan de Letrán, la Santa Misa, a la cual seguirá la tradicional procesión
hasta Santa María la Mayor. Os invito a todos a participar en dicha celebración, para
expresar juntos la fe en Cristo, presente en la Eucaristía.
Al final de la Audiencia Benedicto XVI ha saludado al presidente de Burkina Faso,
con su esposa y séquito, al presidente de la República de Mali, también acompañado
por su séquito y al primer ministro del Reino de Swazilandia.
Asimismo, el Santo Padre ha tenido un breve encuentro con un grupo de judios y cristianos
que estaban presentes en la Audiencia y que están participando estos días en un simposio
cristiano-judio promovido por el Movimiento de los Focolares.