Benedicto XVI anuncia el inicio de la causa de beatificación de Juan Pablo II

Viernes, 13 may (RV).- Benedicto XVI ha anunciado esta mañana, durante su encuentro con el clero romano en la basílica de san Juan de Letrán, el inicio inmediato de la causa diocesana de beatificación de Juan Pablo II, derogando de esta manera el límite de los cinco años que habitualmente deben transcurrir desde el momento del fallecimiento.

El Santo Padre ha hecho este anuncio al final de su discurso al clero romano, un discurso en el que ha hecho continuas referencias a Juan Pablo II, y en el que ha reflejado nítidamente el profundo cariño que nutría por su predecesor.

“La extraordinaria experiencia de fe, que hemos vivido en ocasión de la muerte de nuestro amadísimo Papa Juan pablo II, nos ha mostrado una Iglesia de Roma profundamente unida, llena de vida y rica de fervor: todo ello es también fruto de vuestra oración y de vuestro apostolado. De esta forma, en la humilde adhesión a Cristo único Señor, podemos y debemos promover juntos esa ejemplaridad de la Iglesia de Roma que es servicio genuino a las Iglesias hermanas del mundo entero”.

Benedicto XVI ha elogiado la calidad de la vida y el servicio pastoral del clero romano, que parece indicar que en esta diócesis como en otras del mundo ha quedado atrás la crisis de identidad que ha mortificado a tantos sacerdotes. No obstante el Papa ha advertido contra las aún presentes causas de “desierto espiritual” que afligen a la humanidad de nuestros tiempos y que consiguientemente hacen mella también en la Iglesia.

Para combatirlas, el Santo Padre ha recomendado el retorno constante a las raíces del sacerdocio, el regreso indispensable a Jesucristo. Y siempre dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa ha resaltado su misión de anunciar a Cristo, la medida del verdadero humanismo, porque “el sacerdocio tiene en Cristo su raíz”, y por su naturaleza “en la Iglesia y por la Iglesia. La fe cristiana no es algo puramente espiritual e interior y nuestra misma relación con Cristo no es sólo subjetiva y privada. Es una relación del todo concreta y eclesial”.

Más adelante, citando las inolvidables palabras de Juan Pablo II: la Santa Misa es, de forma absoluta, el centro de mi vida y de cada uno de mis días, Benedicto XVI ha reiterado que del mismo modo, la obediencia a Cristo, que corrige la desobediencia de Adán, se concreta en la obediencia eclesial. Una obediencia eclesial que para el sacerdote, y en la práctica cotidiana es, ante todo, obediencia a su Obispo. En este contexto el Santo Padre ha explicado que en la Iglesia la obediencia no es algo formal, porque en el obispo obedecemos a Cristo y a toda la Iglesia, que le representa en este lugar.

Benedicto XVI ha recomendado también a los sacerdotes ofrecer la cercanía cotidiana a las personas y las familias. “Una cercanía y dedicación –ha dicho el Papa- que significa un coste personal, tiempo, preocupaciones, un desgaste de energías”. No obstante, el Santo Padre ha aconsejado no ceder nunca ante este considerable esfuerzo y para poder resistir es fundamental, sobretodo, la íntima comunión con Cristo, cuyo alimento era hacer la voluntad del Padre. En esta misma línea, Benedicto XVI ha sugerido el aprendizaje de la superación, “a donar nuestras vidas.

“Pero para que todo esto suceda realmente en nosotros y no se transforme en un simple deseo, necesitamos momentos en los que recargar nuestras energías, también las físicas, y sobre todo para rezar y meditar, accediendo a nuestro interior y encontrando allí al Señor. El tiempo que empleamos para estar con Dios, a través de la oración, es una verdadera prioridad pastoral, en última instancia la más importante. Nos lo ha demostrado de la forma más concreta y luminosa Juan Pablo II, en cualquier circunstancia de su vida y de su ministerio”.

Por último, el Pontífice ha asegurado al clero romano “esa cercanía más profunda y decisiva que une el Obispo a sus sacerdotes y a sus diáconos, en la oración cotidiana, en la fe y en el amor de Cristo, confiando en María, Madre del único y Sumo Sacerdote”.