2005-05-04 17:33:56

Mayo: intención General del Papa para el Apostolado de la Oración


Miércoles, 4 may (RV).- “Por los perseguidos a causa de la fe y la justicia, para que experimenten el consuelo y la fuerza del Espíritu Santo”. Es la Intención General del Papa para el Apostolado de la Oración en este mes de mayo.

Intención que evoca las palabras de Jesús: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros” (Mt 5,10-12).

Cuando se habla de persecución, este pasaje del Evangelio acude a nuestra memoria inmediatamente. Este texto entreteje la historia del Pueblo de Dios en su carácter profético y sus consecuencias.

El sermón de la montaña del Evangelio tiende a desarrollar o aplicar la noción de justicia con mayor amplitud y profundidad, abarcando todas las dimensiones de la persona humana: su relación con Dios y con los otros (cf. Mt 5,20-7,12). Al releer estos párrafos en el contexto de la universalidad de la salvación reavivado por el Vaticano II (Lumen Gentium, 18), podemos afirmar que la 8ª Bienaventuranza se aplica a todos los que sufren por causa de la justicia, incluso sin que conozcan a Jesús ni confiesen a un Dios único. En cualquier comunidad humana, siempre podemos encontrar personas perseguidas por la justicia.

El denominador común en todos cuantos son perseguidos a causa de la justicia o a causa de Jesús, es el talante de su vida, su mensaje profético. Testimonian o proclaman valores humanos, espirituales, sobrenaturales que son "reproche viviente" para quienes no reconocen dichos valores. Todos los profetas fueron perseguidos porque con su mensaje resultaban incómodos a sus contemporáneos. Y esta suerte de los profetas continuará hasta el fin de los siglos para quienes se atrevan a vivir y testimoniar valores que no sean el egoísmo y el utilitarismo.

Los Salmos ofrecen abundantes oraciones de justos perseguidos que claman a Dios desde lo profundo del padecimiento y expresan su esperanza en Dios Salvador. El libro de la Sabiduría presenta el cinismo de los perseguidores: oprimen al justo a causa de su justicia y su fe en Dios (Sb, 2). De un modo u otro, todos los relatos de la Pasión hacen referencia a estos textos.

El sermón de la montaña tiende a desarrollar o aplicar la noción de justicia con mayor amplitud y profundidad, abarcando todas las dimensiones de la persona Pero siempre podremos contar con la consolación y la fuerza del Espíritu. Todas las narraciones de los mártires atestiguan que la alegría y el gozo estallaban en el corazón y la boca de los mártires y de los apóstoles. El canto de alegría que resuena de Norte a Sur, de Este a Oeste, es el canto de los segadores que siembran con su sangre y llevan el Evangelio hasta los confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos, cuando Cristo, Rey de los Mártires, vendrá en su gloria.

¿De dónde les vienen esta consolación y esta fuerza a los mártires? Jesús mismo nos ha indicado la fuente: "Seréis llevados ante gobernadores y reyes, por mi causa, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros" (Mt 10,16-20). El Espíritu mismo habla en nosotros y nos inunda de gozo, según testimonia San Pablo.

La consolación nos viene de la conciencia de que estamos cumpliendo una misión: "para dar testimonio"; de que tomamos parte en la obra de Cristo. La promesa de Cristo se halla sincronizada en el presente para los perseguidos, porque Cristo ha resucitado ya y nos está otorgando su Espíritu. Y la consolación del espíritu va junto con la fuerza que ayuda a desafiar todas las penas y los obstáculos.







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