El Papa le expresó su gratitud a los Cardenales y les pidió que lo sostengan en su
misión de Pastor de la Iglesia Universal
Viernes, 22 abr (RV).- En la primera Audiencia de su Pontificado, el Santo Padre Benedicto
XVI recibió esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, a
todos los Cardenales presentes en Roma, a quienes les expresó su gratitud y su deseo
de “hacerlos partícipes, de manera sencilla y fraterna, del estado de ánimo” que está
viviendo en estos días.
“A las intensas emociones vividas con ocasión de la
muerte de mi venerado Predecesor Juan Pablo II y después durante el Cónclave, y sobre
todo al final –dijo el Papa-, se suman una íntima necesidad de silencio y un vivo
deseo del corazón de dar gracias y un sentido de humana impotencia ante la gran tarea
que me espera”.
“En primer lugar –afirmó Benedicto XVI-, siento el deber de
dar gracias a Dios, que me ha elegido, a pesar de mi fragilidad humana, como Sucesor
del apóstol Pedro, y me ha confiado la tarea de regir y guiar a la Iglesia, para que
sea en el mundo sacramento de unidad para todo el género humano”.
A continuación,
el Santo Padre recordó con gratitud que “en estos días se ha elevado la oración coral
del pueblo cristiano por el nuevo Pontífice” y reconoció que “fue verdaderamente emocionante
el primer encuentro con los fieles, antier en la tarde, en la Plaza de San Pedro”.
“A todos, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, jóvenes y ancianos, les expreso
mi más sentido agradecimiento por su solidaridad espiritual”, agregó el Pontífice.
Y
tras agradecer a todos los miembros del Colegio Cardenalicio, en especial al Cardenal
Secretario de Estado, Angelo Sodano, y al Cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo,
por “su activa colaboración en la administración de la Iglesia durante el período
de Sede Vacante”, el Papa saludó “con particular afecto a los Cardenales que por motivos
de edad o enfermedad, no participaron en el Cónclave”.
Benedicto XVI expresó
a continuación su agradecimiento personal a todos los Cardenales por la confianza
que han depositado en él, eligiéndolo Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal,
y al respecto dijo que “es un acto de confianza que constituye un aliento para emprender
esta nueva misión con más serenidad”, pues –afirmó- “estoy convencido de que, además
de la indispensable ayuda de Dios, puedo contar también con su generosa colaboración”.
Y
tras pedirles que no dejen de sostenerlo en su ministerio, que –precisó- “no se trata
de un honor, sino de un servicio que se debe desarrollar con sencillez y disponibilidad,
imitando a nuestro Maestro y Señor, que no vino para ser servido sino para servir”,
el Santo Padre recordó las figuras de sus venerados Predecesores, el beato Juan XXIII,
los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo I, y especialmente Juan Pablo II, “cuyo
testimonio en los días pasados –afirmó- nos ha sostenido más que nunca y cuya presencia
continuamos sintiendo siempre viva”.
Al respecto, el Papa afirmó que “el doloroso
evento de su muerte, después de un período de grandes pruebas y sufrimientos, realmente
se ha revelado con características pascuales, como él anhelaba en su Testamento”,
pues “la luz y la fuerza de Cristo resucitado se irradiaron a la Iglesia desde aquella
‘última Misa’ que celebró en su agonía, culminada con el ‘Amén’ de una vida totalmente
ofrecida, por medio del Corazón Inmaculado de María, para la salvación del mundo”.
Y
tras recordar que ahora cada uno de los Cardenales regresará a su respectiva Sede
para retomar su trabajo, Benedicto XVI les dijo que “su cercanía espiritual, sus iluminados
consejos y su cooperación activa serán un don” del que siempre les estará agradecido
y “un estímulo para llevar a cabo con total fidelidad y entrega el mandato” que se
le ha confiado. Y concluyó invitándolos a que, bajo la maternal protección de María,
Madre de la Iglesia, cotinuén caminando, “dóciles y obedientes a la voz de su Hijo
divino, nuestro Señor Jesucristo”.
Al inicio de la Audiencia, el Cardenal Angelo
Sodano, Secretario de Estado, le expresó al Santo Padre Benedicto XVI, en nombre de
todos los Purpurados, la “adhesión más profunda de todo el Colegio Cardenalicio”.
En
las palabras que le dirigió al Santo Padre en nombre de todos los Purpurados, el Secretario
de Estado comenzó recordando que el Código de Derecho Canónico le atribuye al Colegio
Cardenalicio dos finalidades: proveer a la elección del Romano Pontífice y ayudar
al Papa en el cuidado de la Iglesia Universal.
“El pasado martes, 19 de abril
del año del Señor 2005 –prosiguió el Cardenal Sodano-, los Cardenales de la Santa
Iglesia Romana hemos cumplido rápidamente nuestro primer deber y ahora estamos aquí
para decirle, Padre Santo, que nos comprometemos a cumplir también nuestro segundo
mandato, que es el de colaborar con su ministerio pastoral”.
“El pasado 2 de
abril –recordó a continuación el Purpurado-, lloramos la partida del inolvidable Papa
Juan Pablo II y ahora nos regocijamos por el don del nuevo Pastor que la Providencia
Divina nos ha dado”, siendo “testigos de la asistencia que, a lo largo de la historia,
el Señor siempre le concede a su Santa Iglesia”.
En este sentido, el Cardenal
Sodano afirmó que la Iglesia “es un árbol que cada día recibe nueva vida y crece lleno
de vigor”, y subrayó que “desde cuando Cristo lo plantó, como pequeño grano de mostaza,
hasta hoy, sus ramas frondosas se han extendido hasta los confines de la tierra”.
“Nosotros,
los Cardenales –concluyó el Secretario de Estado-, nos alegramos de que quien da vigor
al árbol de la Iglesia hoy, sea el Papa Benedicto XVI. Que el Señor le conceda, Padre
Santo, imitar la obra de San Benedicto para el bien de la Iglesia y del mundo”.