2005-04-20 15:28:35

Benedicto XVI: “no basta manifestar buenos sentimientos” en el tema de la unidad, “son necesarios gestos concretos que zarandeen las conciencias”


Miércoles, 20 abr (RV).- El Papa Benedicto XVI celebró esta mañana la misa de conclusión del Cónclave, su primera celebración eucarística, en la Capilla Sixtina, en la que concelebraron los 114 cardenales que eligieron ayer el 264 sucesor de San Pedro.
El Pontífice, que dijo estar turbado por la responsabilidad, afirmó sin embargo estar confortado por las palabras de Juan Pablo II "no tengáis miedo". En su discurso, al final de la Misa, el Papa se ha comprometido a proseguir la tarea trazada en el Concilio Vaticano II y a trabajar por la unidad de los cristianos.
Esta mañana, el Santo Padre Benedicto XVI tras su elección de ayer, ha concluido el cónclave con la celebración de la Santa Misa en la Capilla Sixtina, en el mismo lugar donde se celebraron las votaciones que lo llevaron a la cátedra de Pedro. En la celebración eucarística han concelebrado con el nuevo Papa los 114 cardenales electores, después de que el Pontífice transcurriera también con ellos la noche en la Casa de Santa Marta. El báculo pastoral que llevaba el Pontífice era del mismo estilo, con la cruz, que el utilizado por Pablo VI y Juan Pablo II.
Benedicto XVI ofició en latín su primera misa como Pontífice. Antes de la bendición, el Papa ha pronunciado su primer mensaje en latín, que puede considerarse, por su importancia, como una anticipación de su futuro ministerio pastoral en la Iglesia Universal.
En mi ánimo conviven en estas horas dos sentimientos contrastantes. Por una parte, la humana turbación por la responsabilidad que ayer me fue confiada, y por otra parte una profunda gratitud a Dios. Este íntimo reconocimiento por el don de la divina misericordia prevalece en mi corazón. Considero este hecho una gracia especial, obtenida de mi venerable predecesor, Juan Pablo II. Me parece sentir su mano fuerte que aprieta la mía; me parece ver sus ojos sonrientes y escuchar sus palabras: “No tengáis miedo”. La muerte del Santo Padre Juan Pablo II y los días que han seguido han sido para la Iglesia y para el mundo entero un tiempo extraordinario de gracia.

El gran dolor por su desaparición y el sentido de vacío que nos ha dejado han sido templados por la acción de Cristo resucitado, que se ha manifestado durante estos largos días en la coral ola de fe, de amor y de espiritual solidaridad, culminada en sus solemnes exequias. El Papa Benedicto XVI, ha dicho que los funerales de Juan Pablo II han sido una experiencia verdaderamente extraordinaria y que en la hora de su muerte el Pontífice fallecido ha coronado su largo y fecundo pontificado confirmando en la fe al pueblo cristiano reunido junto a él.

En su primer mensaje, Benedicto XVI ha señalado que la Providencia divina, a través de los venerados padres cardenales, lo ha llamado a suceder a este Gran Papa... y que él, como sucesor de Pedro, repite con trepidación las palabras del pescador de Galilea: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo”...y con íntima emoción escucha la promesa del divino Maestro: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Si enorme es el peso de la responsabilidad, sé que puedo contar con la gracia Divina. Eligiéndome como Obispo de Roma, el Señor me ha hecho su Vicario, me ha querido “Roca” sobre la cual todos puedan apoyarse con seguridad. Pido a Dios que supla mis pobres fuerzas, para que sea un valiente y fiel Pastor de su grey. Para ello me dispongo a emprender el ministerio petrino al servicio de la Iglesia universal poniendo mi humildad en las manos de Dios.

Después Benedicto XVI, agradeciendo a los cardenales la confianza que le han demostrado, les ha pedido que le sostengan con la oración y con una constante, activa y sabia colaboración. Asimismo, ha pedido el consejo y las oraciones de sus hermanos en el episcopado. “Esta comunión colegial -ha dicho- está al servicio de la Iglesia y de la unidad en la fe, de la cual depende en gran medida la eficacia de la acción evangelizadora en el mundo contemporáneo”. Pienso seguir por lo tanto, este camino, como mis venerados predecesores, preocupado únicamente en proclamar al mundo entero la presencia viva de Cristo.

“Juan Pablo II nos ha dejado una Iglesia, más valiente, más libre y más joven. Una Iglesia que mira con serenidad el pasado y no tiene miedo del futuro”. “Con el gran jubileo ha entrado en el nuevo milenio llevando en las manos el Evangelio, a través de la autorizada lectura del Concilio Vaticano Segundo”. También, yo, sucesor de Pedro, quiero afirmar con fuerza, ha señalado el Papa, la decidida voluntad de proseguir en el compromiso de llevar a la práctica el Concilio Vaticano II, igual que mis predecesores y en la fiel continuidad de la bimilenaria tradición de la Iglesia.

En la cuarta parte de su mensaje, Benedicto XVI ha subrayado que la Iglesia está viviendo el especial año dedicado a la Eucaristía: “Una providencial coincidencia”. “La eucaristía, corazón de la vida cristiana y manantial de la misión evangelizadora de la Iglesia, constituye -ha afirmado el Santo Padre- el centro permanente y el manantial del servicio petrino que me ha sido confiado”. Durante este año, por lo tanto la Eucaristía deberá ser celebrada con particular relieve en la Solemnidad del Corpus Christi. Después, en agosto, será el centro de la Jornada Mundial de la Juventud, en Colonia y finalmente, en octubre, tema de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos. “A todos pido intensificar en los últimos meses el amor y la devoción a Jesús Eucaristía y expresar de manera valiente y clara la fe en la presencia real del Señor”. Y el Papa lo ha pedido de manera especial a los sacerdotes.

Otro de los aspectos que ha abordado en su Mensaje el Santo Padre ha sido el ecumenismo. “Al inicio de su ministerio en la Iglesia de Roma, que Pedro roció con su sangre, su actual Sucesor asume como compromiso primero, ha dicho el Papa Ratzinger, el de trabajar sin desmayo de energías en la reconstitución de la plena y visible unidad de todos los seguidores de Cristo.
“Esta es mi ambición y mi deber. Soy consciente que no basta manifestar buenos sentimientos, sino que son necesarios gestos concretos que zarandeen las conciencias”. Y lo más urgente en este sentido es aquella “purificación de la memoria” tantas veces evocada por Juan Pablo II. El actual sucesor de Pedro ha dicho que está dispuesto a todo cuanto está en su poder para promover la fundamental causa del ecumenismo.

Benedicto XVI ha finalizado su mensaje volviendo con la memoria al llorado Juan Pablo II. En torno a sus restos mortales se han reunido los jefes de las naciones, personas de toda extracción social y especialmente jóvenes. A muchos les ha parecido que aquella intensa participación, fuera como una coral petición de ayuda al Papa por parte de la humanidad que turbada por sus incertidumbres y temores se interroga sobre su futuro. Al comienzo de su ministerio el nuevo Papa, ha dicho que su tarea es hacer resplandecer delante de los hombres y mujeres de hoy la luz de Cristo: No la propia luz, sino la de Cristo.

Y dirigiéndose a los seguidores de otras religiones el Pontífice les ha asegurado que con sencillez y afecto continuará tejiendo con ellos un diálogo abierto y sincero por el bien del hombre y de la sociedad. Antes de finalizar ha pedido la paz para toda la familia humana y ha señalado que no cejará de proseguir su diálogo con las distintas civilizaciones. Sus ultimas palabras las ha dedicado a los jóvenes, interlocutores privilegiados de Juan Pablo II, a los que abrazándoles con afecto les ha convocado en Colonia en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud.







All the contents on this site are copyrighted ©.