Los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica elevaron sus
oraciones por Juan Pablo II en el octavo Novendial en sufragio del Pontífice
Viernes, 15 abr (RV).- Esta tarde, a las 17.00, en la Basílica de San Pedro, los Miembros
de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica elevaron
sus oraciones por Juan Pablo II en el octavo Novendial en sufragio del Pontífice.
La Santa Misa fue presidida por Monseñor Piergiorgio Silvano Nesti, Secretario de
la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
“En
verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él
solo; pero si muere, da mucho fruto”. Con estas palabras del Evangelio de San Juan,
Monseñor Nesti inició su homilía, en la que subrayó que “las palabras de este Santo
Evangelio se adaptan perfectamente a la memoria de nuestro Santo Padre Juan Pablo
II”, pues “ya desde ahora, somos testigos de los múltiples y ya visibles frutos de
su vida, de su magisterio y del ejemplo de su pío tránsito, acompañado por la oración
de la Iglesia, por la coral presencia de los jóvenes y por la conmovida participación
de los pueblos de la tierra”.
“Con una cierta nostalgia, rica de esperanza
cristiana, desde este Altar –dijo el Prelado-, siento el eco de las palabras que,
cada año en la fiesta de la Presentación del Señor, el Santo Padre nos ha dirigido
para ayudarnos a renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que han inspirado
nuestra entrega al Señor. A lo largo de su rico y articulado magisterio –recordó-,
nos ha precedido siempre con el ejemplo, nos ha hablado con el corazón de un Padre
y con la sapiencia de un testigo hasta el final, cuando con un amor cada vez más grande,
como Jesús le pidió a Pedro, nos ha dejado el testimonio vivo de cómo se debe vivir
por Cristo y por su Iglesia, con una entrega total, hasta el último respiro”.
A
continuación, el Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada
y las Sociedades de Vida Apostólica subrayó que, desde los primeros días de su ministerio
Petrino, Juan Pablo II “manifestó su amor por la vida consagrada”, mostrando siempre
“una predilección por este don de Cristo a su Iglesia” y, al respecto, recordó que
el Papa siempre siguió “de cerca la situación de los religiosos y religiosas”, a los
que siempre les pidió “una fidelidad total a Cristo y a la Iglesia, para ser testimonios
fuertes, visibles y creíbles de la presencia del Evangelio de Cristo en el mundo de
hoy”.
“Todos hemos sentido su paternidad verdaderamente universal, imagen viva
del amor del Padre celestial”, prosiguió Monseñor Nesti, quien a este respecto recordó
las innumerables Congregaciones religiosas, Sociedades de vida apostólica e Institutos
seculares que, con ocasión de sus Capítulos Generales, tuvieron oportunidad de encontrarse
con Juan Pablo II, “recibiendo siempre su palabra competente e iluminada, y el aliento
necesario”. Y subrayó que “en los frecuentes viajes, que caracterizaron su gran pontificado,
el Papa siempre quiso encontrarse personalmente con los Religiosos y las Religiosas,
yendo a los monasterios, en señal de respeto por la clausura”.
“Gracias, Padre
Santo, por todo lo que has hecho y testimoniado por la vida consagrada –concluyó el
Prelado-. Danos a todos nosotros la fuerza para ser reflejo de la luz de Cristo en
este nuevo milenio, para llevar a nuestro mundo atormentado el anuncio de la Resurrección
del Señor y la profunda alegría de vivir ya desde esta tierra la bienaventuranza de
seguirlo”.