El escudo pontificio del Papa representa su devoción por la Virgen
Jueves, 7 abr (RV).- El escudo episcopal de Juan Pablo II, azul con una cruz y una
letra “M”, representaba la devoción del Pontífice por la Virgen, Madre de Dios. Según
explicó el propio Papa, estos signos simbolizan una frase del Evangelio de san Juan
en el que se narra la Crucifixión de Jesús: “Jesús viendo a su madre y junto a ella
al discípulo a quien amaba, dice a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego
dice al discípulo: ‘Hijo ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo
la acogió en su casa” (Jn 19, 25-27). A través de este pasaje se entiende como la
Cruz y la “M” del escudo de Juan Pablo II hacían referencia a la Cruz de Cristo a
los pies de Maria, Madre de toda la Iglesia ofrecida al mundo por el Hijo crucificado.
Reconociendo este don a toda la Iglesia, Juan Pablo II explica el lema de su Pontificado:
“Totus Tuus”. “Este lema – explicó el Pontífice – está inspirado en la doctrina de
san Luís Maria Griñón de Montfort ‘Tuus totus ego sum, et omnia mea tua sunt’, es
decir, la pertenencia total de Jesús por medio de María”.
Precisamente, y pensado siempre en la Virgen Madre de Dios, Juan Pablo II publicó
en 1987 la Encíclica “Redemptoris Mater”, recordando en ella el magisterio dictado
por el Concilio Vaticano II, según el cual María es “el instrumento ofrecido por Dios
para ayudar al hombre a comprender el misterio de Cristo y de la Iglesia”. Al final
de esta Encíclica, el Papa señalaba su intención de dedicar un año a la devoción de
María. Pero este no ha sido el único mensaje dedicado por Juan Pablo II a la Virgen,
en 1988 publicó la Carta Apostólica “Mulieris Dignitatem”, referente al “sí” de María
a la Anunciación. En 2002 el Santo Padre publicó otra Carta Apostólica titulada “Rosarium
Virginis Mariae”, convocando desde octubre de 2002 hasta mediados de 20003, el año
dedicado al Rosario, subrayando la necesidad de rezar por la paz y por la familia
en el mundo.
Y es que Juan Pablo II al adoptar esta devoción por la Virgen, se confía a ella en
todo momento, considerándola verdadera Madre de toda la Iglesia y modelo para todos
los cristianos. Ya en su primer mensaje radiofónico “Urbi et Orbi”, del 17 de octubre
de 1978, un día después de haber sido nombrado como Sucesor de Pedro, Juan Pablo II
recordaba la necesidad de “devoción hacia la Madre de Cristo y de la Iglesia”, la
misma confianza que expresó durante el Jubileo de 2000 en Roma, confiando a toda la
Iglesia “a la protección materna de María”. Asimismo, en su viaje a Polonia, en agosto
de 2002, en el que visitó el santuario mariano de la Virgen María, confió una vez
más a Maria la Iglesia: “Madre Santísima, Nuestra Señora de Kalwaria, dame también
a mi la fuerza del espíritu, para que pueda cumplir hasta el final la misión asignada
por el Resucitado” (Homilía en la Basílica de Kalwaria Zedrzydowska del 19 de agosto
de 2002), expresó el Pontífice.
Pero este no fue el único viaje del Papa a un santuario Mariano, visitando no sólo
el de Czestochowa en Polonia, si no también el de Fátima (Portugal), el de Lourdes
(Francia), el del Rosario y el de Loreto en Italia, el de Guadalupe (México), y en
España recorrió los santuarios Marianos de Valencia, Zaragoza, Montserrat, Asturias,
Extremadura y Huelva entre otros, reafirmando de esta manera cada vez más su deseo
de confiarse totalmente a la Virgen.