Celebración de la Pasión del Señor: “la intolerancia religiosa se ha transformado
en intolerancia de la religión”
Sábado 26 mar (RV).- La Eucaristía hace presente en el mundo a aquel que con su doctrina
y su vida, ha desenmascarado para siempre el mecanismo que sacraliza la violencia.
Ha vencido la violencia no oponiendo a ella una violencia mayor, sino sufriéndola
y mostrando toda su injusticia e inutilidad.
La Eucaristía y el trato que el mundo de hoy da a Jesús fue el tema central desarrollado
por el padre Raniero Cantalamessa en su homilía durante la celebración en la Basílica
Vaticana de la Pasión del Señor, el viernes por la tarde, presidida por el cardenal
James Francis Stafford, Penitenciario Mayor.
“La Eucaristía es el sacramento de la no-violencia! Gracias a ella, el “no” absoluto
de Dios a la violencia, pronunciado en la cruz, se mantiene vivo por los siglos. Es,
al mismo tiempo, el “sí” de Dios a las víctimas inocentes, el lugar donde cada día
la sangre derramada sobre la tierra se une a aquella de Cristo que exclama a Dios
“con voz más potente de aquella de Abel” (Eb 12, 24)… La mansedumbre de Cristo no
justifica la violencia que se registra hoy en día contra su persona. Se ha dicho
en repetidas ocasiones, que con su sacrificio Cristo puso fin al perverso mecanismo
del chivo expiatorio, padeciendo él mismo las consecuencias. Pero ahora hay que decir
con tristeza que tal mecanismo perverso está funcionando de nuevo en la persona de
Cristo, de una forma hasta ahora desconocida”.
El Predicador de la Casa Pontificia manifestó también que contra Cristo se desfoga
actualmente todo el resentimiento de un cierto pensamiento laico, "debido a las recientes
muestras de unión entre la violencia y lo sagrado". "Como es normal en estos casos,
siempre se elige al chivo expiatorio, al anillo más débil, para ensañarse con él.
Es el 'débil' contra el que se puede mofar impunemente, sin correr riesgos de represalias,
visto que los cristianos desde hace tiempo han renunciado a defender la propia fe
con la fuerza".
En este sentido el padre Cantalamessa citó las presiones para quitar el crucifijo
de los lugares públicos y los portales de Belén en Navidad. Y más grave aún la sucesión
de novelas y espectáculos en los que se manipula a beneficio propio la figura de
Cristo con el pretexto de fantasmagóricos e inexistentes nuevos documentos y descubrimientos.
"Siempre ha existido la tendencia de vestir a Cristo con los valores de una época
o de una ideología. Pero al menos en el pasado, eran causas serias, dignas del hombre
y se hablaba de Jesús idealista, socialista, revolucionario. Ahora en nuestra época,
obsesionada por el sexo, sólo sabe presentarlo como un homosexual o uno que predica
que la salvación llega de la unión con el hecho femenino y Él da ejemplo casándose
con María Magdalena". El predicador se preguntó a este punto: "*pero entonces, la
Pasión y Crucifixión de Cristo qué es?" y respondió que, según la sociedad actual,
todo una invención de la Iglesia.
El franciscano tuvo también duras palabras contra la especulación que se hace de la
vasta resonancia que tiene el nombre de Jesús y el significado que tiene para buena
parte de la humanidad, para garantizar la popularidad y el buen mercado o impactar
con mensajes publicitarios que abusan de los símbolos e imágenes evangélicas como
la de la última cena.
Todo este panorama fue definido por el padre Cantalamessa como parasitismo literario
y manifestó su sorpresa por el escándalo que provoca el que algunos fieles se ofendan
y protesten a través de cartas y llamadas de teléfono, y se les califique de intolerantes.
“La intolerancia –afirmó el predicador- ha cambiado de campo desde hace tiempo en
Occidente: la intolerancia religiosa se ha transformado en intolerancia de la religión”.
“Se presentan como paladines de la ciencia contra la religión, explicó el padre Cantalamessa:
una reivindicación sorprendente a juzgar por como se trata en estos casos la ciencia
histórica. Las historias más fantásticas y absurdas son consideradas por muchos como
verídicas, e incluso como la única historia finalmente libre de censuras eclesiásticas
y tabúes. Alguien ha dicho que ‘el hombre que no cree más en Dios está dispuesto a
creer en todo’ y los hechos le están dando la razón.
El predicador de la Casa Pontificia recordó este Viernes Santo 2005, en el año de
la Eucaristía… ¡Cuanta luz, en ambos misterios de esta relación! Pero si la Eucaristía
es “el memorial de la pasión”, ¿por que la Iglesia se abstiene de celebrarla justo
el Viernes Santo? Se preguntó, recordando que aquella a la que asistimos no es, como
sabemos, una Misa, sino una liturgia de la Pasión, en la que sólo se recibe el cuerpo
de Cristo consagrado el Jueves Santo.
En ello existe una profunda razón teológica. Quien se hace presente sobre el altar
en cada Eucaristía es Cristo, resucitado y vivo. Por ello la Iglesia se abstiene de
celebrar la Eucaristía en los dos días en los que se recuerda que Jesús yace muerto
en el sepulcro y su alma esta separada del cuerpo. El hecho de que hoy no se celebra
la Misa no atenúa, mas bien refuerza el lazo entre el Viernes Santo y la Eucaristía.
La Eucaristía equivale a la muerte de Cristo como el sonido y la voz a la palabra
que transportan en el espacio y hacen llegar al oído.
A continuación, el franciscano capuchino, Cantalamessa recordó que existe un himno
latino, no menos querido del Adoro te devote a la piedad eucarística de los católicos,
que muestra el vínculo entre la Eucaristía y la cruz, el Ave verum. Compuesto en el
siglo XIII para acompañar la elevación de la Ostia en la Misa, que se presta adecuadamente
para saludar la elevación de Cristo en la cruz. Son sólo cinco versos, cargados de
tanto contenido…
Ave verum corpus natum de Maria Virgine,
Salve oh verdadero cuerpo nacido de María Virgen...
Este primer verso, dijo el Padre Cantalamessa, proporciona la llave para comprender
todo el resto… Todas las expresiones de la primera parte del himno se refieren al
Cristo según la carne: nacimiento de Maria, pasión, muerte, traspaso del costado.
El autor se detiene en este punto; no menciona la resurrección, por que ella podría
hacer pensar en un cuerpo glorificado y espiritual, y por lo tanto no lo suficientemente
“real”.
Pero a parte de esta diversa acentuación, permanece intacta la verdad de fondo afirmada
por el himno… Es Jesús nacido de Maria en Belén, el mismo que “pasó haciendo el bien
a todos”, que murió en la cruz y resucitó el tercer día, Aquel que esta presente hoy
en el mundo. La Eucaristía es el modo inventado por Dios para permanecer por siempre
el Emmanuel, el Dios -con-nosotros... Tal presencia no es una garantía y una protección
sólo para la Iglesia, sino para todo el mundo. La frase “!Dios está con nosotros!”
nos asusta y casi no osamos pronunciarla por que se ha dado a ella un sentido casi
exclusivo: “Dios está con nosotros” y se entiende no con los otros, es más, está contra
los otros, contra nuestros enemigos. Pero con el adviento de Cristo nada es más particular,
todo se ha vuelto universal. “Dios ha reconciliado en sí el mundo en Cristo, no imputando
a los hombres sus culpas”(2 Cor 5, 19).
Se objeta que nadie haya jamás regresado del más allá para asegurarnos que existe
de verdad o es producto sólo es una pía ilusión…No es verdad. Existe uno que cada
día regresa del más allá para asegurarnos y renovar sus promesas, si sabemos escucharlo.
Aquel al que nos encaminamos nos viene al encuentro en la Eucaristía para darnos de
probar (praegustatum!) del banquete final del Reino. Debemos gritar al mundo esta
esperanza para ayudarnos a nosotros mismos y a los demás a vencer el horror que nos
produce la muerte y reaccionar al pesimismo que cunde en nuestra sociedad…
La señal más clara de la unidad entre Eucaristía y el misterio de la Cruz, entre el
Año Eucarístico y el Viernes Santo, es cuando ahora nosotros podemos usar las palabras
del’Ave verum, sin cambiar una sílaba, para saludar al Cristo que dentro de poco será
elevado en la cruz.