Viernes, 11 feb RV).- Hoy abordaremos el tema del alcoholismo, un problema bastante
común en América latina y que desafortunadamente no perjudica sólo la salud de quien
toma, sino que altera todo el entorno familiar de esa persona.
Tomar bebidas alcohólica es una costumbre del hombre tan antigua como él mismo, basta
recordar las bebidas fermentadas por los indígenas y antepasados de todos los tiempos;
pero debemos subrayar que desde siempre los mismos grupos sociales han tratado de
darle a la bebida un espacio, un tiempo y un contexto preciso a fin de controlar su
consumo.
Un consumo que se presenta muy atractivo en los jóvenes, quienes son los que presentan
tendencias más descontroladas. De hecho, para ellos es una forma de sobresalir, de
llamar la atención. Recordemos que en los años 60, los adolescentes buscaban en el
cigarrillo una forma de auto-afirmación. Fumando, casi siempre a escondidas, conseguían
impresionar y llamar la atención de un grupo. En los años 90, los jóvenes eligen las
bebidas alcohólicas como forma de expresar y realzar su rebeldía, marcar diferencias
en su personalidad.
Lamentablemente, los jóvenes de cualquier edad tienen acceso fácil a la bebida tanto
en su casa como en otros sitios. Y esa falta de discernimiento y de abuso hace que
los jóvenes no sepan en qué momento dejar de beber. Y lo más preocupante es que muchas
veces son cada vez más los niños, entre los once y los 15 años, que inician a beber.
Los efectos iniciales causados por el alcohol son frecuentemente clasificados como
desinhibidores. En un primer momento, el joven se siente bien, potente e hiperactivo.
Pero, al aumentar la dosis de alcohol, el joven empieza a sentirse somnoliento, retraído,
con una progresiva disminución del nivel de conciencia, culminando algunas veces en
el conocido coma alcohólico.
Una persona en estado de embriaguez no consigue tener un equilibrio en su caminar
y mucho menos manejar un automóvil. Los reflejos quedan totalmente comprometidos y
la ingestión de grandes cantidades de alcohol puede resultar fatal. Otro problema
de salud muy común entre los adictos al alcohol es la aparición de dolencias hepáticas
como por ejemplo, cirrosis o la hepatitis alcohólica.
"El alcoholismo es una dolencia lenta y progresiva". Quien afirma esto es un miembro
activo de Alcohólicos Anónimos, que comenzó a beber a los 12 años y cada día iba aumentando
la dosis. A los 22 años, ya formaba parte del grupo de Alcohólicos Anónimos. Hoy,
a los 30 años, para evitar recaídas, frecuenta las reuniones y debido a su experiencia,
afirma "el alcoholismo es una dolencia mucho más grave de lo que el común de la gente
supone".
Muchos especialistas médicos y psicólogos consideran que la bebida es la puerta de
entrada a otras dependencias que causan desvíos de comportamiento. "La adolescencia
es una fase delicada, especialmente porque los jóvenes quieren probar y experimentarlo
todo".
¿Cómo prevenir este mal? La manera más eficaz de evitar que los hijos caigan en el
alcohol es mantener abiertos los canales de comunicación. Un joven que puede hablar
de lo que le pasa con sus padres, tiene más oportunidad de ingerir bebidas alcohólicas
con naturalidad, sin caer en excesos. Existen tantas maneras en que los jóvenes pueden
sentirse diferentes, reafirmando sus personalidades y gustos, sin necesidad de caer
en riesgos de dependencia.
Es imposible acompañar a los hijos a todos los lugares. Pero, las enseñanzas y los
buenos hábitos transmitidos son los que acompañarán a los jóvenes a lo largo de su
vida. De allí que el papel de los padres es fundamental en este aspecto.