2005-02-09 16:27:52

Liturgia de la sagrada Ceniza: “percibimos la presencia espiritual del Papa, que recordamos con afecto”


Miércoles, 9 feb (RV).- “Estamos reunidos ante la tumba de Pedro en esta Patriarcal Basílica vaticana, que abraza al mundo entero, para la liturgia de la sagrada Ceniza, que marca el comienzo de la Cuaresma y percibimos la presencia espiritual del Papa, que recordamos con afecto”. Con estas palabras, el cardenal Stafford ha comenzado la homilía de este Miércoles de Ceniza: “Percibimos su presencia espiritual entre nosotros y lo recordamos con afecto, rogando al Señor que le conceda la gracia necesaria para su primacial carisma de confirmar en la unidad de la fe a los hermanos” (cf Lc 22,32).

En nombre de Juan Pablo II, el cardenal James Francis Stafford, Penitenciario Mayor de la Penitenciaría Apostólica, ha presidido esta mañana la celebración de la Palabra con el rito de bendición e imposición de la ceniza, que ha tenido lugar en la Basílica de San Pedro, como ya se había anunciado, en lugar de la acostumbrada Audiencia General.

“Nuestra fe no es una ideología, sino adhesión a Cristo Señor”, ha reiterado el cardenal Stafford, añadiendo luego que Jesús indica tres modos de vivir la conversión. La limosna, es decir, el compartir; la oración, que es encomendarse al Señor y el ayuno, como capacidad de saber imponerse límites. Todo ello, recordando que cuando damos limosna, nuestra mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha.

Tras destacar que para el ayuno como para la oración, Jesús insiste en el aspecto interior, así como la exhortación de san Pablo a los Corintios a “dejarse reconciliar con Dios”, el cardenal Stafford ha hecho hincapié en la reconciliación entre los hermanos. Y ha recordado la importancia de sintetizar los tres momentos - liturgia, conversión y reconciliación – en nuestra vida.

Reiterando asimismo que “sólo la Iglesia, como cuerpo de Cristo, tiene la capacidad, al comienzo de este tercer milenio, de sanar en lo más íntimo del hombre y en la comunidad humana, las tensiones que el mundo vive en todos los ámbitos, el purpurado se ha referido a las exhortaciones del Papa a la Curia Romana, destacando “el deber de dar a la Iglesia y al mundo, el alto ejemplo de la recíproca concordia y de la paz, en su sentido más noble”. Evocando, precisamente, a Cristo, nuestra paz.

“No habrá paz, sin la indispensable atención a los pobres”, ha señalado también el cardenal Stafford, refiriéndose luego a la responsabilidad en el actual desastre ecológico, que reside principalmente en nuestra sociedad de -consumo. En este contexto, el Penitenciario Mayor ha destacado que la Palabra de Dios interpela también a los que están comprometidos en el servicio la Sede Apostólica, “para que con todos los medios y en estado de conversión permanente, podamos dar el ejemplo de una vida cristiana austera, para que nuestra mirada sea libre, sirviendo sólo a Dios y anhelando el bien de nuestros hermanos”.

El purpurado ha dedicado la última parte de su homilía a la Eucaristía, recordando la exhortación de Juan Pablo II para la Cuaresma de este año. Para responder, con la Liturgia de la Iglesia a la difusa incertidumbre de la fe. Y con la Eucaristía, en especial los domingos, redescubrir el valor del compartir sin olvidar la relación entre liturgia y vida. Que exige el testimonio de los verdaderos valores que son la vida, la familia, la honradez personal, los compromisos del vínculo conyugal, del celibato sacerdotal y de la consagración de la profesión social.







All the contents on this site are copyrighted ©.