Los seminaristas, un motivo de consuelo para el Papa
Sábado, 5 feb (RV).- “Sois para mí un motivo de consuelo, un signo privilegiado del
amor del Señor para la amada Iglesia que peregrina en Roma”. Eran palabras del Papa
a los seminaristas romanos, leídas por el Sustituto de la Secretaría de Estado, al
celebrar la fiesta en honor de Nuestra Señora de la Confianza.
Esta tarde ha tenido lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano, la celebración de la
fiesta en honor de Nuestra Señora de la Confianza, patrona de los seminaristas de
la Diócesis de Roma. El Santo Padre, ha seguido por televisión este acto. En la cita
ha participado la comunidad del Seminario Romano Mayor con sus familiares. El tradicional
discurso del Papa para esta ocasión fue leído, en su nombre, por el Arzobispo Leonardo
Sandri, Sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos generales.
En su mensaje, el Pontífice dijo que los seminaristas son para él un motivo de consuelo
porque representan un signo privilegiado del amor del Señor por su amada Iglesia que
peregrina en Roma. Juan Pablo II subrayó el hecho de que para esta fiesta hayan elegido
el lema “contemplar el rostro de Cristo, y contemplarlo con María”, lo cual forma
parte del programa que ha confiado a la Iglesia al iniciar el tercer milenio, cuando
la invitó a “remar mar adentro” en el mar de la historia con el entusiasmo de la nueva
evangelización.
El Santo Padre recordó la frase “Quédate con nosotros”, la cual había sido evocada
por el oratorio de Mons. Marco Frisina y dijo que es una invocación siempre actual,
especialmente en los momentos del sufrimiento y de la prueba. En el Año de la Eucaristía
festejar a María quiere decir, para vosoros, poner al centro de la atención el sacrificio
de su divino Hijo, que se hace sacramentalmente actual en cada celebración de la Misa.
El Obispo de Roma repitió las mismas palabras del Evangelio de san Juan: “Aquí está
tu Madre”, para amarla e imitarla con confianza total, para llegar a ser sacerdotes
capaces de pronunciar no una vez, sino siempre la palabra decidida de la fe: “Aquí
estoy. Hágase tu voluntad”.
“Mater mea, fiducia mea!” Madre mía, mi confianza, esta jaculatoria pueda ser la síntesis
profunda y simple de vuestras jornadas, vividas contemplando a Cristo con María. Al
final del discurso, el Papa se dirigía a los jóvenes con inquietudes vocacionales
y les dice: “Queridos muchachos, el Señor pasa y llama, estad dispuestos a colaborar
con Él. Os confío a la Virgen de la Confianza. Orad al Dueño de la mies, para que
no falten obreros para su mies”.