2005-02-06 16:07:18

Los seminaristas, un motivo de consuelo para el Papa


Sábado, 5 feb (RV).- “Sois para mí un motivo de consuelo, un signo privilegiado del amor del Señor para la amada Iglesia que peregrina en Roma”. Eran palabras del Papa a los seminaristas romanos, leídas por el Sustituto de la Secretaría de Estado, al celebrar la fiesta en honor de Nuestra Señora de la Confianza.

Esta tarde ha tenido lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano, la celebración de la fiesta en honor de Nuestra Señora de la Confianza, patrona de los seminaristas de la Diócesis de Roma. El Santo Padre, ha seguido por televisión este acto. En la cita ha participado la comunidad del Seminario Romano Mayor con sus familiares. El tradicional discurso del Papa para esta ocasión fue leído, en su nombre, por el Arzobispo Leonardo Sandri, Sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos generales.

En su mensaje, el Pontífice dijo que los seminaristas son para él un motivo de consuelo porque representan un signo privilegiado del amor del Señor por su amada Iglesia que peregrina en Roma. Juan Pablo II subrayó el hecho de que para esta fiesta hayan elegido el lema “contemplar el rostro de Cristo, y contemplarlo con María”, lo cual forma parte del programa que ha confiado a la Iglesia al iniciar el tercer milenio, cuando la invitó a “remar mar adentro” en el mar de la historia con el entusiasmo de la nueva evangelización.

El Santo Padre recordó la frase “Quédate con nosotros”, la cual había sido evocada por el oratorio de Mons. Marco Frisina y dijo que es una invocación siempre actual, especialmente en los momentos del sufrimiento y de la prueba. En el Año de la Eucaristía festejar a María quiere decir, para vosoros, poner al centro de la atención el sacrificio de su divino Hijo, que se hace sacramentalmente actual en cada celebración de la Misa.

El Obispo de Roma repitió las mismas palabras del Evangelio de san Juan: “Aquí está tu Madre”, para amarla e imitarla con confianza total, para llegar a ser sacerdotes capaces de pronunciar no una vez, sino siempre la palabra decidida de la fe: “Aquí estoy. Hágase tu voluntad”.

“Mater mea, fiducia mea!” Madre mía, mi confianza, esta jaculatoria pueda ser la síntesis profunda y simple de vuestras jornadas, vividas contemplando a Cristo con María. Al final del discurso, el Papa se dirigía a los jóvenes con inquietudes vocacionales y les dice: “Queridos muchachos, el Señor pasa y llama, estad dispuestos a colaborar con Él. Os confío a la Virgen de la Confianza. Orad al Dueño de la mies, para que no falten obreros para su mies”.







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