Juan Pablo II invita a los seminarios a verificar la idoneidad y la madurez de los
candidatos al sacerdocio
Martes, 1 feb (RV).- Juan Pablo II ha enviado un mensaje en ocasión de la Sesión Plenaria
de la Congregación para la Educación Católica, al cardenal Zenon Gocholewski, prefecto
de este dicasterio de la Santa Sede. Durante la reunión plenaria se están examinando
estos días algunas cuestiones relacionadas con los Seminarios, las Facultades eclesiásticas
y las Universidades católicas.
Particular atención se está reservando al proyecto educativo en los seminarios. El
Papa a la luz de los actuales cambios sociales y culturales, dice que a veces “puede
resultar útil que los educadores se sirvan del trabajo de los especialistas competentes
para ayudar a los seminaristas a comprender más a fondo las exigencias del sacerdocio,
reconociendo en el celibato un don del amor al Señor y a los hermanos”. Ya en el momento
mismo de admisión en el seminario, observa el Pontífice, se tendría que verificar
atentamente la idoneidad y la madurez efectiva de los candidatos al sacerdocio.
Respecto a las Facultades Eclesiásticas y a las Universidades Católicas, que representan
un rico patrimonio para la Iglesia, el Santo Padre cree que en el marco de “la gran
Primavera cristiana” que Dios está preparando, ellas deben distinguirse por la cualidad
de la enseñanza y de la investigación, para que sean capaces de “dialogar” con las
otras facultades y universidades. Y para tal fin, dado el rápido desarrollo científico
y tecnológico, estos ateneos han de renovarse continuamente valorando “las conquistas
de la ciencia y de la técnica en la perspectiva de la integridad de la persona”.
Otro argumento interesante es el de la educación cristiana a través de las instituciones
escolásticas. Juan Pablo II dice que en el contexto de la globalización y de la mutable
trama de pueblos y culturas, la Iglesia advierte la urgencia del mandato de predicar
el Evangelio y entiende vivirlo con renovado impulso misionero. En este sentido la
educación católica, afirma el Papa, aparece cada vez más como el fruto de una misión
que debe ser compartida por los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles
laicos.
Y es en este horizonte que el Papa coloca el servicio eclesial prestado por los profesores
de religión católica en las escuelas. “Sus enseñanzas contribuyen a desarrollo integral
de los estudiantes y al conocimiento de los demás en el respeto recíproco. “Vivo es
por tanto el deseo -dice el Santo Padre- de que la enseñanza de la religión en los
colegios sea reconocido en todas partes y tenga un papel adecuado en el proyecto educativo
de los institutos escolásticos”.