El Papa advierte que “los procesos canónicos no están exentos de falsedad y corrupción”
y exhorta a la Rota Romana a adecuarse a la verdad del matrimonio como enseña la Iglesia
Sábado, 29 ene (RV).- Este sábado, el Santo Padre recibió en Audiencia a los Prelados
Auditores, Oficiales y Abogados del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, con ocasión
de la solemne inauguración del Año judicial. Tras decirles que esta cita anual con
ellos “evidencia el vínculo esencial de su precioso trabajo con el aspecto judicial
del ministerio petrino”, el Papa les planteó “algunas consideraciones acerca de la
dimensión moral” de su actividad ante los tribunales eclesiásticos, “sobre todo en
lo concerniente al deber de adecuarse a la verdad sobre el matrimonio, como es enseñada
por la Iglesia”.
En este sentido, Juan Pablo II recordó que “desde siempre,
la cuestión ética se ha planteado con especial intensidad en cualquier tipo de proceso
judicial”, pues, “en efecto, los intereses individuales y colectivos pueden inducir
a las partes a recurrir a varios tipos de falsedad e incluso de corrupción, con el
objetivo de lograr una sentencia favorable”.
“A este riesgo no son inmunes
ni siquiera los procesos canónicos, en los cuales se busca conocer la verdad sobre
la existencia o no de un matrimonio”, agregó el Santo Padre, quien precisó que “la
indudable relevancia que ello representa para la conciencia moral de las partes hace
menos probable la aquiescencia a intereses ajenos a la búsqueda de la verdad”.
A
continuación, el Papa se refirió a otro riesgo que actualmente representa una amenaza.
“En nombre de supuestas exigencias pastorales –dijo el Pontífice-, algunas voces se
han elevado para proponer que sean declaradas nulas las uniones que han fracasado
totalmente”, y “para obterner dicho resultado, se sugiere recurrir a la estratagema
de mantener las apariencias procesuales y sustanciales, disimulando la inexistencia
de un verdadero juicio”.
“Es evidente la objetiva gravedad jurídica y moral
de dichos comportamientos, que con toda seguridad no constituyen la solución pastoralmente
válida a los problemas planteados por las crisis matrimoniales”, señaló Juan Pablo
II, quien agregó que “gracias a Dios, hay muchos fieles cuya conciencia no se deja
engañar”.
En este sentido, el Santo Padre recordó que en sus discursos anuales
a la Rota Romana, se ha referido varias veces a “la relación esencial que el proceso
tiene con la búsqueda de la verdad objetiva”, y precisó que “de ello se deben hacer
cargo ante todo los Obispos, que son los jueces por derecho divino de sus comunidades”
y, por tanto, “están llamados a velar por la idoneidad de los miembros de los tribunales,
diocesanos e interdiocesanos, y a verificar la conformidad de las sentencias con la
recta doctrina”.
Y tras recordar que “la deontología del juez tiene su criterio
inspirador en el amor por la verdad” y que “la verdad, que es Cristo mismo, nos libera
de toda forma de compromiso con la mentira”, el Papa afirmó que “el juez que verdaderamente
actúa como juez, es decir con justicia, no se deja condicionar ni por sentimientos
de falsa compasión, ni por falsos modelos de pensamiento”.
“Además, el juez
debe atenerse a las leyes canónicas, rectamente interpretadas” y “por ello, nunca
debe perder de vista la intrínseca conexión de las normas jurídicas con la doctrina
de la Iglesia”, precisó Juan Pablo II, quien, tras asegurarle a los miembros de la
Rota Romana que cuentan con su oración y con la “de muchísimas personas de buena voluntad
que reconocen el valor de su trabajo al servicio de la verdad”, concluyó expresándoles
su deseo de que “la verdad de la justicia resplandezca cada vez más en la Iglesia
y en sus vidas”.