Enero: intención general para el apostolado de la oración
Miércoles, 26 ene (RV).- En este mes de enero, Juan Pablo II presenta como Intención
General para el Apostolado de la Oración la de rezar “por cuantos actúan en Oriente
Medio, para que se esfuercen cada vez más por conseguir la paz”.
“La paz, bien supremo, que condiciona la consecución de otros muchos bienes esenciales,
es el sueño de todas las generaciones”, recordaba Juan Pablo II, en su discurso de
comienzos de este año al Cuerpo diplomático ante la Santa Sede, indicando, precisamente,
el desafío de la paz y lamentando las numerosas guerras y conflictos armados – entre
Estados, etnias, pueblos y grupos que viven en un mismo territorio...”
También con esta Intención General, el Santo Padre exhorta a detener las armas y la
violencia, que no sólo producen daños materiales incalculables, sino que fomentan
el odio y acrecientan las causas de discordia, haciendo aún más difícil la búsqueda
y el logro de soluciones capaces de conciliar los intereses legítimos de todas las
partes implicadas.
Como el mismo Pontífice ha afirmado en numerosas oportunidades, nunca se cansará de
repetir a los responsables de las poblaciones israelí y palestina que “la elección
de las armas, el recurso al terrorismo, por una parte, y las represalias, por la otra
- la humillación del adversario y la propaganda que impulsa al odio - no llevan a
ninguna parte”.
En este mes de enero el Apostolado de la Oración - integrado por cientos de millones
de creyentes en todo el mundo – se une en los rezos de toda la Iglesia por todos aquellos
que actúan en la atormentada región de Oriente Medio, para que se entreguen cada vez
más a la consecución de la paz.
Son bien conocidas, las intervenciones realizadas por el Santo Padre también para
evitar el doloroso conflicto en Irak y los innumerables llamamientos para que la comunidad
internacional “ayude a los iraquíes, liberados de un régimen que los oprimía, para
que puedan volver a tomar las riendas de su país, consolidar su soberanía y decidir
democráticamente un sistema político y económico conforme a sus aspiraciones, a fin
de que de este modo Irak vuelva a ser un interlocutor creíble en la comunidad internacional”
(Juan Pablo II Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede 12 de
enero de 2004).
Son incontables también las veces en que Juan Pablo II ha expresado su pesar por la
falta de solución del problema entre israelíes y palestinos. Refiriéndose a los indecibles
sufrimientos impuestos a estas poblaciones, el Papa no deja de hacer hincapié en que
“sólo el respeto de las legítimas aspiraciones de unos y de otros, la vuelta a la
mesa de negociaciones y el compromiso concreto de la comunidad internacional pueden
llevar a un inicio de solución”. Y que “la paz auténtica y duradera no puede reducirse
a un simple equilibrio entre las fuerzas contrapuestas, sino que es – sobre todo-
fruto de una acción moral y jurídica”.
“Yo seguiré interviniendo para indicar las vías de la paz y para invitar a recorrerlas
con valentía y paciencia”, reiteraba también Juan Pablo II, el pasado 10 de enero
en su discurso al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, insistiendo asimismo en que
“a la prepotencia se debe oponer la razón, al enfrentamiento de la fuerza el enfrentamiento
del diálogo, a las armas apuntadas la mano tendida: al mal el bien”.