Audiencia General: "El juicio de Dios", un himno que muestra el poderío de Dios sobre
las vicisitudes humanas
Miércoles, 12 ene (RV).- El himno del Apocalipsis "El juicio de Dios" ha sido el tema
de la catequesis del Santo Padre en la Audiencia General del miércoles, “un himno
–como ha afirmado el Pontífice - que muestra el poderío de Dios sobre las vicisitudes
humanas y es un cántico de agradecimiento y de alegría”.
Juan Pablo II ha descrito la “grandiosa representación de la corte divina donde Dios
y el Cordero juzgan la historia humana en el bien y en el mal, mostrando sin embargo
el fin último de salvación y de gloria. Los cánticos que delimitan el Apocalipsis
tienen la función de ilustrar el tema del señorío divino que gobierna el flujo, a
menudo desconcertante de las vicisitudes humanas”.
La primera parte de este himno se caracteriza por los 24 ancianos que parecen encarnar
al pueblo elegido, en sus dos etapas históricas, las doce tribus de Israel y los doce
apóstoles de la Iglesia. El ingreso de Dios en la historia – ha explicado el Papa-
no sólo tiene la finalidad de impedir las reacciones violentas de los rebeldes, sino
sobre todo la de exaltar y recompensar a los justos.
Refiriéndose a éstos últimos, el Pontífice ha explicado que vienen definidos por una
serie de términos usados para definir la fisonomía espiritual de los cristianos. “Son
siervos que cumplen la ley divina con fidelidad; son profetas dotados de la palabra
revelada que interpreta y juzga la historia; son santos consagrados a Dios y respetuosos
de su nombre”.
La segunda parte de este cántico, describe una dramática escena, protagonizada por
una mujer embarazada, vestida de sol, y el terrible dragón rojo, tras la cual una
misteriosa voz entona un himno de agradecimiento y alegría. "La alegría proviene del
hecho de que Satanás ha sido expulsado del cielo y por tanto no tiene ya un gran poder.
El sabe que le queda poco tiempo, porque la historia va a dar un giro radical para
liberarse del mal y por ello reacciona con ferocidad” ha manifestado el Pontífice.
Por otra parte se alza Cristo Resucitado, cuya sangre es principio de salvación. Él
ha recibido del Padre el poder sobre todo el universo; en Él se cumplen la salvación,
la fuerza y el reino de nuestro Dios. Y precisamente a su victoria –ha proseguido
el Papa- están asociados los mártires cristianos que han elegido el camino de la cruz,
no cediendo al mal y a su virulencia y entregándose al Padre y uniéndose a la muerte
de Cristo mediante un testimonio de donación y de valor que les ha llevado a despreciar
la vida hasta morir".
En nombre del Santo Padre, Mons. Miguel Huguet de la Secretaría de Estado, ha leído
el resumen de esta catequesis para los numerosos peregrinos españoles e hispanoamericanos
presentes en el Aula Pablo VI.
Queridos hermanos y hermanas:
1. Reanudamos nuestras reflexiones sobre la Liturgia de las Horas. El himno del Apocalipsis
que acabamos de escuchar, muestra el poderío de Dios sobre las vicisitudes humanas.
Con la resurrección de Jesús, el Padre nos ha ofrecido la seguridad de que, al final,
triunfará el bien. A la victoria de Cristo están asociados los mártires, que han elegido
el camino de la cruz para dar testimonio de su fe y amor por Él.
2. El Cántico presenta esta verdad a través de una espléndida visión. Dios Padre y
Jesucristo, rodeados de la corte celestial, juzgan la historia del mundo en el bien
y el mal, mostrando el fin último de salvación y gloria.
Éste ha sido, en cambio el saludo del Papa a los fieles presentes en la audiencia
general.
Saludo cordialmente a los peregrinos de España y América Latina ¡Qué vuestra peregrinación
a la tumba de Pedro os aliente a ser apóstoles de la paz, venciendo siempre el mal
con el bien! ¡Gracias!
Por último, el Pontífice se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién
casados. A todos ellos, Juan Pablo II les ha deseado “que la fiesta del Bautismo
del Señor, que hemos celebrado el pasado domingo, ayude a los jóvenes a descubrir
con alegría el don de la fe en Cristo; vuelva a los enfermos fuertes en la prueba;
e impulse a los recién casados a hacer de su familia una verdadera iglesia doméstica”.