El peligro de las minas antipersona tras el maremoto
Martes, 4 de enero (RV) La cifra de muertos por el maremoto en Asia asciende ya a
144.000, pero como la misma ONU informa, será difícil establecer un número preciso
ya que son muchos los desaparecidos. El mar, que ha provocado esta avalancha de muertes
devuelve poco a poco los cadáveres de quienes han perecido en esta tragedia que de
haber tenido un sistema de alarma adecuado se podría haber evitado.
En este momento las autoridades competentes están luchando por evitar una mayor tragedia
debido a las epidemias que los cuerpos que se hacinan por las calles pueden transmitir.
Pero este no es el único peligro al que se enfrentan las localidades más afectadas,
ya que las inundaciones esconden a su vez miles de minas antipersona en Sri Lanka.En
30 años de conflicto armado en esta zona, se han colocado miles de estas minas, que
ahora, a raíz de las inundaciones causadas por el maremoto de magnitud 9 en la escala
Richter – uno de los más devastadores – vuelven a quedar escondidas, dificultando
aún más su destrucción.El agua ha destruido las señales que advertían a la población
de la presencia de minas antipersona, por lo que, como explica Unicef, "el mayor peligro
para los civiles vendrá cuando comiencen a regresar a sus casas, sin saber dónde hay
minas".
La guerra civil en Sri Lanka enfrenta a las fuerzas gubernamentales y los rebeldes
Tigres Tamiles, que reclaman autogobierno. El conflicto se remonta a la descolonización
del país; durante años, los británicos dominaron la región y favorecieron a la minoría
tamil, en detrimento de la mayoría cingalesa. Pero una vez conseguida la independencia,
los cingaleses accedieron al poder y adoptaron medidas que reprimían a la población
tamil.
En tres décadas de conflicto decenas de miles de personas han muerto, cientos de miles
han abandonado el país y 600.000 personas se han desplazado por el interior de la
región. La población civil se ha convertido, así, en la más vulnerable, sobre todo
en las regiones controladas por los rebeldes tamiles, debido al bloqueo adoptado por
el Gobierno, que impide la llegada de alimentos a estas zonas. Ahora, el maremoto
ha provocado el desplazamiento de un millón de personas en Sri Lanka, añade Cruz Roja,
que ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para donar cinco millones
de euros y asistir así a medio millón de personas en este país asiático.
El paraíso para muchos turistas durante las fiestas navideñas, se ha convertido en
un infierno a raíz de esta ola anómala, son ya 700 los turistas muertos en Tailandia,
además de los 70 que perecieron en Sri Lanka. Entre las víctimas se encuentran ciudadanos
de Italia, Reino Unido, Francia y Bélgica entre otros países, a todos ellos hay que
añadir los numerosos desaparecidos, de ahí que cada gobierno tenga aún activado un
gabinete de crisis para informar a los familiares aunque las esperanzas de encontrarles
vivos son escasas.
Esta catástrofe a despertado el sentimiento de solidaridad de muchos ciudadanos, que
han recibido el apelo de las autoridades de cada país para contribuir a la ayuda que
necesitará a partir de ahora esta zona del planeta para salir adelante, al igual que
lo hizo Juan Pablo II en su audiencia general del pasado 29 de diciembre, la última
del 2004, donde lanzó “un apremiante llamamiento a todos los creyentes y a todos los
hombres de buena voluntad en favor de las poblaciones asiáticas víctimas de la descomunal
catástrofe frente a la isla Indonesia de Sumatra”.
Pero como siempre, ante las adversidades el hombre se crece, eso es lo que ha afirmado
el En Tailandia, el obispo de Surat Thani, monseñor Joseph Prathan quien ha destacado
la solidaridad que está aunando al pueblo tailandés, afirmando que “parece un milagro
el que en la enorme catástrofe que todos estamos viviendo, hayan desaparecido las
diferencias entre los distintos grupos y las tres religiones del país están trabajando
juntas, codo a codo, en los socorros y en la reconstrucción. Quizá esta semilla de
esperanza podrá hacer nacer, aun en medio de todo este fango, una flor extraordinariamente
bella”.
Y esta es la esperanza que queda de esta catástrofe, la solidaridad y la ayuda prestada
por cientos y miles de personas en todo el mundo, en particular, Caritas española
ha enviado un comunicado agradeciendo las muestras de solidaridad de todos los españoles,
dando inicio de este modo a tres fases de reconstrucción en las zonas más afectadas.
Solo queda esperar en esta catástrofe. La espera es la angustia de cientos de familias
que siguen sin noticias de sus seres queridos, La espera es la desesperación de familias
enteras que lo han perdido todo. La espera destroza por dentro a los supervivientes
que se empiezan a dar cuenta de la magnitud de este desastre natural que se agrava
por el peligro de epidemias y por las minas antipersonas dispersas por la zona. Pero
esta espera se ve recompensada a través de la solidaridad de personas que desde todo
el mundo y de forma altruista contribuyen al envío de ayuda a la población de todas
las zonas afectadas.