Lunes, 27 dic (RV) En Navidad, dos organismos de las Naciones Unidas publicaron una
semana antes de dicha celebración un informe en el que se constataba que Belén, la
ciudad donde nació hace mas de dos mil años Jesús, el Salvador del mundo, se ha convertido
en una ciudad aislada. El animado centro cultural de un tiempo que acogía a peregrinos
y turistas de todo el mundo, es hoy una localidad «con comercios y proyectos de desarrollo
abandonados», subraya el documento publicado con el título «Costes del conflicto:
la cara cambiante de Belén».
El informe fue publicado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de los Asuntos
Humanitarios y por la Oficina de la ONU del Coordinador Especial para Oriente Medio
del Proceso de Paz. «El antiguo lazo existente entre Jerusalén y Belén está prácticamente
cortado como resultado de las políticas israelíes, que incluyen asentamientos, la
colocación de barreras físicas y la restricción de las carreteras», asegura el texto
en referencia a las medidas tomadas por Israel tras el estallido de la segunda Intifada
hace cuatro años y el reguero de atentados suicidas contra la población civil judía.
Según los dos organismos de la ONU, la restricción al acceso a los lugares sagrados
de Jerusalén y a Belén corre el riesgo de agravar las divisiones religiosas en el
área, que tiene una importancia decisiva para cristianos, musulmanes y judíos.
Mientras tanto en Madrid, el periodista Miguel Ángel Velasco director del semanario
«Alfa y Omega», ha novelado la historia real de un matrimonio procedente de Palestina,
que sin dinero, ni papeles, ni posada donde dormir, acaba en el barrio madrileño de
Carabanchel, en un almacén de papel, donde finalmente dará a luz la madre....la historia
dos mil años después se vuelve a repetir...
Velasco recoge en esta historia de crónica cotidiana, verídica, que lleva por título
“Nacido el 25 de diciembre”, la reacción de personas, instituciones y entidades ante
un suceso con un claro paralelismo con el nacimiento de Jesús en Belén.
La espiral de violencia que se ha generado en Oriente Medio hace que el joven matrimonio
salga de su tierra natal y termine en Madrid sin medios, sin documentación y con la
mujer a punto de dar a luz. La Navidad promueve la solidaridad entre las personas,
pero «¿es realmente así en la España de hoy?...en el mundo de hoy?».
En «Nacido el 25 de diciembre», escrito a modo de crónica periodística, aparecen ONGs,
portavoces de partidos políticos y ciudadanos corrientes cuyas reacciones dan una
idea de lo que se hubiera hecho en Madrid si Jesucristo hubiera vuelto a nacer. La
cuestión que plantea este cuento es tan actual como hace dos mil años: «Si volviera
a nacer Jesús, ¿encontraría acogida en nuestro mundo?».
La impresión del periodista, antiguo corresponsal del diario «Ya» en Roma y en el
Vaticano, es que en los conflictos internacionales, en la emigración, en el terrorismo,
en la precariedad laboral y en otros problemas que acucian a nuestra sociedad subyace
una causa fundamental: los hombres siguen sin reconocer a Jesús; no le reconocen ni
siquiera muchos de los que se autodenominan creyentes e incluso practicantes.
La constatación de que el momento actual, tras la muerte del líder palestino Yaser
Arafat, parece anunciar paz en Tierra Santa y la necesidad de comprender los motivos
de la violencia para superarlos son las consignas centrales que ha dejado el patriarca
latino de Jerusalén en su mensaje de Navidad.
Su Beatitud Michel Sabbah, considera que «no se puede dejar que la paz se convierta
en rehén en manos de quienes ven todavía en la violencia un camino hacia la justicia
y la paz». «Celebramos la Navidad y nos alegramos para renovar nuestras energías,
para poder tener paciencia y superar las fuerzas del mal en nuestra tierra. Esperamos
que los jefes políticos tengan el valor necesario para firmar una paz justa y definitiva
y para aceptar los sacrificios indispensables, personales o comunitarios, aunque sean
dolorosos.
El patriarca considera que a estas alturas todos deberían haber aprendido «las lecciones
de la violencia pasada que ha demolido la imagen de Dios en los verdugos y en las
víctimas, en los opresores y en los oprimidos».
Los israelíes siguen buscando con dificultad su seguridad y los palestinos no dejan
de pedir el final de la ocupación, su libertad y su independencia». «Y, sin embargo,
acaba diciendo el patriarca Michel Sabbah, los dos pueblos están destinados a vivir
juntos en paz. Esto es posible y creemos en ello».