El Papa subraya la urgencia de reconstruir la plena comunión entre los cristianos,
recibiendo a sus colaboradores de la Curia Romana
Martes, 21 dic (RV).-“La comunión con Dios y la unidad entre todos los hombres, a
partir de los creyentes, es nuestro compromiso prioritario”. Lo ha recordado hoy Juan
Pablo II a sus colaboradores de la Curia Romana recibidos en audiencia para las felicitaciones
navideñas.
En un clima ya plenamente navideño se ha celebrado esta mañana en el Vaticano el tradicional
encuentro de Su Santidad el Papa con la Curia Romana para las felicitaciones de Navidad.
Juan Pablo II ha dado las gracias a sus colaboradores por el afecto que recibe constantemente:
“El paso de los años hace sentir cada vez de manera más viva la necesidad de la ayuda
de Dios y de la ayuda de los hombres. Gracias por la constante sintonía con la que
trabajáis junto a mí al servicio de la Iglesia Universal”.
Un pensamiento especial ha dirigido el Pontífice al cardenal decano, Joseph Ratzinger,
que en su saludo había agradecido al Papa la fe, la generosidad, la valentía y la
paciencia con las que lleva el vínculo de Cristo. Luego, en su discurso, el Santo
Padre ha exaltado los sentimientos de serenidad y de paz que despierta el nacimiento
de Jesús.
“El Niño divino que adoramos en el Belén es Emmanuel, el Dios con nosotros realmente
presente en el sacramento del Altar”. “El admirable intercambio -mirabile commercium-
que se realiza en Belén entre Dios y la humanidad se hace constantemente actual en
el Sacramento eucarístico que, por esto, es el manantial de la vida y de la santidad
de la Iglesia”.
Del Hijo de Dios hecho hombre, la Iglesia ha recibido la alta misión de ser “el signo
y el instrumento de la íntima comunión con Dios y de la unidad de todo el género humano.
“Tomemos cada vez más conciencia -ha dicho el Papa dirigiéndose a los miembros de
la Curia- que la comunión con Dios y la unidad entre todos los hombres, a partir de
los creyentes, es nuestro compromiso prioritario.”
¡Ut unum sint! Es urgente reconstruir la plena comunión entre los cristianos. La
celebración del Año de la Eucaristía apunta entre otras cosas, a hacer todavía si
cabe más viva esta sed de la unidad, indicándonos la única y inagotable fuente, que
es Cristo mismo. “Debemos continuar recorriendo sin vacilación el camino de la unidad,
al cual providencialmente el Concilio Vaticano II ha dado un fuerte impulso”, ha señalado
el Papa, que ha recordado la promulgación, hace 40 años, de la Constitución Lumen
gentium sobre la Iglesia, y los Decretos Orientalium Ecclesiarum, sobre las Iglesias
Orientales Católicas y Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo.
El Santo Padre ha dado las gracias a Dios porque el esfuerzo ecuménico a distintos
niveles va intensificándose, gracias a los constantes contactos, encuentros, iniciativas
con los hermanos de las distintas Iglesias y Comunidades eclesiales ortodoxas y protestantes.
“Asumen en este sentido singular relieve las visitas de ilustres representantes este
año, como la de la Delegación Ecuménica de Finlandia o la del Patriarca Ecuménico
Bartolomé I en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo y recientemente
para la entrega del don de las reliquias de los santos Gregorio Nacianceno y Juan
Crisóstomo. “Deseo de corazón, ha dicho el Pontífice, que el retorno del icono de
Nuestra Señora de Kazan a Rusia contribuya también a acelerar la unidad de todos los
discípulos de Cristo”.
“¡Unidad de la Iglesia y unidad del género humano!” Me sucede a menudo leer esta “aspiración
a la unidad” en los rostros de los peregrinos, ha explicado Juan Pablo II. La he podido
observar en el encuentro de la juventud el mes de junio en Suiza, (en Berna) y también
en el de la Acción Católica Italiana, en Loreto. Es grande la responsabilidad de los
creyentes, especialmente ante las nuevas generaciones, a las cuales hay que transmitir
sin alteración el patrimonio cristiano.
Es por ello que en más de una ocasión, y de especial modo durante mi peregrinación
a Lourdes, no he dejado de animar a los católicos europeos para que permanezcan fieles
a Cristo. “Es de hecho en el corazón, donde se alimentan aquellas raíces cristianas
de Europa de las cuales en parte depende el futuro solidario y justo del Continente
y del mundo entero. Y el Papa ha terminado su discurso a la Curia repitiendo lo que
ha subrayado en el Mensaje para la próxima Jornada Mundial de la Paz: “es necesario
no dejarse nunca vencer por el mal, sino vencer el mal con el bien”.