“Que todos los hombres de buena voluntad depongan definitivamente las armas y se comprometan
en el camino del diálogo”. Discurso del Papa a cinco nuevos embajadores
Jueves, 16 dic (RV).- “Nuestro mundo sigue estando marcado por el flagelo de la guerra.
Ante los dramas humanos, la comunidad internacional está llamada a impulsar acciones
inventivas en el ámbito de la caridad, de la economía y de la política”. Al recibir
a los nuevos embajadores de Malawi, Tailandia Luxemburgo, Kenia y Noruega, Juan Pablo
II ha puesto de relieve, también este jueves, la necesidad de que “la diplomacia se
comprometa en hacer triunfar la paz”:
Una vez, el Papa ha dirigido un apremiante llamamiento “a todos los hombres de buena
voluntad, para que depongan definitivamente las armas y se comprometan en el camino
del diálogo confiado y fraternal”. Y ha reiterado que “la violencia no sirve a la
causa de los pueblos ni a su desarrollo”.
En su bienvenida a estos cinco embajadores que le han presentado esta mañana sus Cartas
Credenciales, el Papa ha dirigido asimismo un saludo a los responsables civiles y
religiosos de Malawi, Tailandia Luxemburgo, Kenia y Noruega, así como a todos los
miembros de estas naciones, dedicando un pensamiento especial a las comunidades católicas.
Luego, como es tradicional, el Santo Padre ha dedicado sendos discursos a cada uno
de los nuevos embajadores, mencionando los temas más destacados de sus respectivos
países.
Al embajador de Malawi, tras recordar gratamente su visita a este país en 1989, Juan
Pablo II le ha asegurado sus constantes oraciones por la paz y el bienestar de esta
nación africana. Continente – ha señalado el Papa que tiene mucho que ofrecer al resto
del mundo en lo que concierne al respeto de la familia. En este contexto, el Santo
Padre ha exhortado a las autoridades de Malawi a tutelar la institución familiar,
para construir el futuro de la sociedad.
En particular, Juan Pablo II apremia al gobierno de Malawi a oponerse ante “los intentos
de agentes externos, que quieren imponer programas de asistencia económica condicionados
a la promoción de la esterilización y al control de natalidad”. Puesto que se trata
“no sólo de campañas que ofenden la dignidad humana y la de la familia” (Compendio
de la Doctrina social de la Iglesia, 234), sino que también minan el desarrollo natural
y el progreso de las naciones.
“La alarmante difusión del SIDA requiere renovados esfuerzos de parte de la comunidad
internacional y del Gobierno de Malawi, para encontrar los modos dignos de combatir
esta enfermedad y promover el apropiado cuidado que necesitan los enfermos y sus familiares”,
ha reiterado el Papa, sin olvidar el aporte de la Iglesia en el sector de la sanidad.
Así como el apoyo de los obispos a la democracia en este país. Juan Pablo II ha señalado
además “la urgencia de una acción firme del resto del mundo ante la extrema pobreza
que tanto aflige al pueblo de Malawi”.
Dando también su bienvenida al embajador de Kenia - país que visitó en 1995 - el Papa
ha expresado su satisfacción por el papel que desarrolla esta nación africana en la
promoción de la paz y de la estabilidad social en el continente. En particular, el
Santo Padre ha mencionado la reciente reunión del Consejo de Seguridad de la ONU,
celebrada en Nairobi, apoyando la pacificación en Sudán y Somalia. Una vez más, Juan
Pablo II ha señalado la urgencia de la tutela y promoción de la dignidad humana, lamentando
asimismo que “mientras la comunidad internacional sigue vacilando, la miseria sigue
aumentando cada vez más en Darfur”.
Al embajador de Tailandia Juan Pablo II ha deseado que este país siga “cultivando
admirablemente el clima, que le caracteriza, de tolerancia religiosa y de convivencia
pacífica entre sus ciudadanos”, Recordando la importancia de la familia y de la educación
para promover la armonía y la serenidad que tanto anhela la humanidad, el Papa ha
asegurado sus oraciones con el fin de que las autoridades civiles tailandesas perseveren
activamente en la búsqueda de soluciones pacíficas, que impulsen el diálogo, ante
los graves problemas sociales y políticos en Asia.
“Los países más ricos tienen una responsabilidad especial en la construcción de la
paz”. Lo ha recordado Juan Pablo II en su discurso al embajador de Luxemburgo, haciendo
hincapié en el compromiso que debe impulsar la Unión Europea. Tras destacar la importancia
de la integración entre Europa oriental y occidental y el diálogo entre norte y sur
del planeta, el Papa ha reiterado que “compartiendo sus riquezas económicas, sociales,
religiosas y culturales, así como acogiendo las de los demás, Europa asumirá su verdadera
misión”. Al embajador de esta nación, que ejercerá próximamente la presidencia de
la Unión Europea, el Santo Padre ha pedido “una ayuda especial de los luxemburgueses
a los países pobres, en particular a los del continente africano”.
En sus palabras al embajador de Noruega, el Papa ha destacado el aprecio de la comunidad
internacional por la generosidad de este país hacia las naciones más necesitadas;
su participación en operaciones para mantener la paz y en proyectos de asistencia
humanitaria; su compromiso en la lucha contra el tráfico de armas y su impulso al
desarrollo sostenible. Promoviendo siempre la solidaridad activa y apoyando el plan
de Dios para la humanidad. Es decir, el triunfo de la justicia, la libertad de los
pueblos y la paz.
Juan Pablo II ha agradecido las palabras del embajador noruego sobre la importancia
fundamental del cristianismo en la historia de su nación. Evocando su peregrinación
a Noruega para honrar a san Olaf, cuyo ejemplo sigue siendo actual en la defensa de
los valores que han enriquecido la cultura de este país y del corazón de la Europa
cristiana, el Papa ha recordado la importancia de que el bien prevalezca sobre el
mal, para honrar a Dios.