2004-11-29 17:30:30

En su Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial del Sida, el Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud expresa la solidaridad de la Iglesia a los enfermos e invita a una prevención de tipo ético.


Lunes, 29 nov (RV)- Este lunes se hizo público el Mensaje del Cardenal Javier Lozano Barragán, Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, con ocasión de la Jornada Mundial del Sida, que se celebra el próximo miércoles 1º de diciembre.

En el Documento, dirigido a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, a los Obispos encargados de la Pastoral de la Salud en las Conferencias Episcopales y a todo el Pueblo de Dios, el Cardenal Lozano Barragán escribe que en su calidad de Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, también este año desea dirigir un Mensaje de “cercanía y animación de la Iglesia a los que luchan contra esta pandemia devastadora, a los que asisten y curan a los enfermos de SIDA y a estos últimos que experimentan en primera persona el misterio del sufrimiento humano”.

Tras recordar que en esta ocasión la Organización de las Naciones Unidas para el programa sobre el SIDA ha dedicado la jornada a las mujeres, a las jóvenes y al SIDA, debido a su mayor vulnerabilidad para contraer el virus con respecto a los hombres, el Purpurado recuerda que “de hecho, el impacto del SIDA en las mujeres acrecienta la desigualdad e impide el progreso hacia la universalidad de los derechos” y agrega que “además, cuanto mayor es el progreso del contagio en las mujeres, que son el fundamento de las familias y de las comunidades, más aumenta el riesgo de un derrumbe social”.

Y tras recordar que “desde siempre la Iglesia defiende con especial vigor a la mujer y su elevada dignidad y lucha para combatir las discriminaciones” de las que es objeto, el Purpurado traza un cuadro sobre la enfermedad, que califica como “una de las epidemias más asoladoras de nuestros tiempos”, pues desde el momento de su aparición hacia los años 80, más de 22 millones de personas han muerto en el mundo por SIDA y en la actualidad 42 millones de personas viven con el virus. Además –señala el Cardenal Lozano Barragán-, la situación de los niños es dramática, ya que entre el 2001 y el 2003, el número global de niños que se han quedado huérfanos por el SIDA ha crecido de 11,5 a 15 millones, en su mayoría en Africa, y se calcula que para el 2010, en el Africa sub-Sahariana habrá 18,4 millones de huérfanos por la enfermedad.

A continuación, el Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud recuerda que “en numerosas ocasiones el Santo Padre Juan Pablo II se ha ocupado del problema y ha proporcionado claras orientaciones que muestran la naturaleza de la enfermedad, su prevención, el comportamiento del enfermo y de quien lo asiste, así como el papel que deben tener las Autoridades civiles y los hombres de ciencia”.

En este sentido, el Purpurado subraya el pensamiento del Papa “en lo que se refiere a la inmunodeficiencia de valores morales y espirituales y lo relacionado con el seguimiento al enfermo de SIDA, a quien se le debe brindar toda atención y servicios por ser el más necesitado”. Y al respecto recuerda, en particular, el Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial del Enfermo 2005, en el que señala que “el drama del SIDA se presenta como una ‘patología del espíritu’ y que para combatirla de manera responsable, es preciso aumentar la prevención mediante la educación al valor sagrado de la vida y la formación a la práctica correcta de la sexualidad”.

Y tras señalar que “es necesario alejar el estigma que a menudo la sociedad hace pesar sobre el enfermo de SIDA”, el Cardenal Lozano Barragán recuerda que “como respuesta a la fuerte llamada del Santo Padre, desde la aparición del terrible flagelo, la Iglesia católica siempre ha dado su aporte tanto para prevenir la transmisión del virus como en la asistencia a los enfermos y a sus familias en el plano médico-asistencial, social, espiritual y pastoral”.

El Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud concluye su Mensaje recordando algunas pautas de acción que indicó en su discurso con ocasión de la Sesión Especial de la Asamblea General VIH/SIDA de la ONU en 2001: apoyar los planes globales mundiales para combatir el SIDA; incrementar la educación escolar y la catequesis a los valores de la vida y del sexo; eliminar toda forma de discriminación ante los enfermos de SIDA; informar adecuadamente sobre esta pandemia; invitar a los Gobiernos a crear condiciones adecuadas para combatir este flagelo; favorecer una mayor participación de la sociedad civil en la lucha contra el SIDA; solicitar a los países industrializados que, evitando toda forma de colonialismo, ayuden a los países que tienen necesidad en esta campaña contra el SIDA; reducir al mínimo el precio de los medicamentos necesarios para curar a los enfermos de SIDA; intensificar las campañas de información para evitar la transmisión materno-infantil del virus; ofrecer una mayor atención al cuidado de los niños seropositivos y a la protección de los huérfanos causados por el SIDA; y dirigir mayor atención a los grupos sociales más vulnerables.








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