Concluye el Congreso Mundial con "una nueva faz de la Vida Consagrada"

CIUDAD DEL VATICANO, 27 NOV 2004 (RV). Después de seis días de trabajos, termina esta tarde el Congreso Mundial sobre la Vida Consagrada “Pasión por Cristo pasión por la humanidad”. Se inauguró el lunes y ha reunido a 850 religiosos y religiosas, superiores y superioras, en representación de un millón de consagrados de Órdenes religiosas y congregaciones masculinas y femeninas de todo el mundo. “Del congreso surge una nueva faz de la Vida Consagrada -ha dicho el padre José María Arnaiz, secretario de la Unión de Superiores Generales- que quiere estar cada vez más en contacto con las alegrías, los dolores, las esperanzas y las angustias de la humanidad”.

“Uno de los grandes cambios de la Vida Religiosa -observa el padre Arnaiz- es que antes se ponía el énfasis en sobre los trabajos prestados, ahora se presta más atención al hecho de expresar un carisma. Es importante desde luego desarrollar servicios educativos o asistenciales, pero lo que cuenta más es que vengan expresadas las motivaciones espirituales de fondo”. Menos profesionales, más testigos de la Palabra.

Esta tarde el Congreso aprobará el Mensaje Final que sintetiza los trabajos de la Asamblea y de los distintos grupos . Algunas líneas de tendencia, sin embargo, son claras y evidentes, como por ejemplo, la que señala que es más importante la “calidad del testimonio, el compromiso evangelizador y de promoción humana”, que la tendencia a la baja en las vocaciones. También se busca que sea más fuerte el diálogo con todas las partes de la Iglesia: con la Santa Sede, con los obispos, con las asociaciones y movimientos para que los objetivos de todos sean comunes en el empeño.

Tuvimos con nosotros a Esperanza Arboleda, superiora general de las misioneras de la Madre Laura, llamadas lauritas, comunidad que nació en 1914 para acompañar a las poblaciones indígenas, a las poblaciones negras, a los campesinos y a todos aquellos grupos que no conocen todavía el nombre de Dios. Y nos habló de la importancia ejemplar que representan los grandes mártires latinoamericanos para el continente de la Esperanza.

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