Juan Pablo II alienta «al actual gobierno de Irak en sus esfuerzos por asegurar elecciones justas y transparentes»

Juan Pablo II reiteró el lunes su cercanía al pueblo iraquí, rechazando la violencia y el terrorismo, y alienta el camino del gobierno actual hacia una democracia justa y pacífica, en el respeto de la dignidad humana y de la libertad religiosa, con la ayuda de la Comunidad internacional.

Juan Pablo II - que desde los comienzos de este período de conflicto permanece espiritualmente cerca del amado pueblo iraquí, a través del Nuncio Apostólico en Bagdad - pidió al nuevo embajador de Irak ante la Santa Sede que transmita «su constante preocupación y participación en el dolor por las numerosas víctimas del terrorismo y de la violencia». Asegurando asimismo sus oraciones con el fin de que «se ponga fin a sus sufrimientos y reciban la asistencia necesaria por parte de las organizaciones humanitarias internacionales».

Al recibir al embajador de Irak, para el acto de presentación de sus Cartas Credenciales, el Papa expresó su ardiente anhelo de que el camino iraquí hacia el logro de la democracia siga las huellas de la historia de este país, cuya antigua cultura se caracterizó por ser «cuna de la civilización», gloriándose de la presencia de los cristianos desde los comienzos del cristianismo. Llegando a ser, incluso, modelo de convivencia pacífica y armoniosa entre los seguidores de distintas religiones.

Haciendo hincapié en las palabras del embajador sobre la importancia de tutelar la dignidad de todo ser humano, Juan Pablo II señaló la necesidad de que se respeten las normas del derecho, como elemento integral del gobierno. Paso fundamental de toda sociedad moderna, que anhele realmente la salvaguarda y la promoción del bien común. En este contexto, el Papa reiteró que en el cumplimiento de este cometido, tiene que haber una distinción clara entre las esferas civiles y religiosas, consintiendo a cada una de ellas el ejercicio de sus propias y efectivas responsabilidades, en el respeto mutuo y en plena libertad de conciencia.

El Pontífice expresó su esperanza de que «el pueblo iraquí siga promoviendo su larga tradición de tolerancia, reconociendo siempre el derecho a la libertad de culto y a la instrucción religiosa», al amparo de la legislación, reconociéndose a todos los ciudadanos - sin distinción de religión o grupo - el derecho a participar en la construcción de Irak. Asimismo, Juan Pablo II aseguró, una vez más, que «toda la Iglesia católica y, en especial los cristianos caldeos, presentes en este país desde los tiempos de los Apóstoles, están comprometidos en brindar asistencia al pueblo de Irak en la construcción de una nación pacífica y estable».

El Santo Padre se refirió a «las angustias del momento actual, ante las dificultades del proceso de transición de un régimen totalitario a un estado democrático, en el que se respete la dignidad de todo ser humano y en el que todos los ciudadanos gocen iguales derechos». Y mientras las autoridades presentes preparan a los iraquíes «a emprender la tarea de elegir libremente a los hombres y a las mujeres que gobernarán el Irak del mañana», Juan Pablo II afirmado que alienta «al actual gobierno de Irak en sus esfuerzos por asegurar elecciones justas y transparentes, dando a todos los ciudadanos elegibles la misma oportunidad en este derecho democrático que están animados a ejercer».

En su denso discurso al nuevo embajador de Irak, Juan Pablo II habló también de los desafíos que afronta este país para derrotar la pobreza, el desempleo y la violencia. El Papa deseó al gobierno iraquí que impulse el diálogo y las negociaciones para superar los conflictos sociales y las dificultades, «considerando la fuerza militar sólo como último recurso». Y ha abogado por la promoción del entendimiento mutuo y la tolerancia entre los distintos grupos étnicos y religiosos iraquíes, también con la asistencia de la Comunidad Internacional. De forma que los pueblos de la región puedan gozar de un desarrollo integral en la justicia y en la paz.