Los cristianos pueden ser signos que indican el camino de la fraternidad y de la concordia
“Para que los pueblos puedan progresar, el diálogo interreligioso es una necesidad”.
Y los cristianos ''pueden ser signos que indican el camino de la fraternidad y de
la concordia''. Eran palabras del Papa a los obispos del Océano Índico. Juan Pablo
II se reunió el martes en el Vaticano con los obispos de la Conferencia Episcopal
del Océano Índico al término de su visita ad limina apostolorum. El Papa indicó la
diversidad cultural y las diferentes situaciones humanas y religiosas que reflejan
la realidad de una región tan vasta como ésta, desperdigada en infinidad de islas,
separadas además por grandes distancias dentro de las propias diócesis en el Océano
Índico.
Sin embargo, “una auténtica espiritualidad de comunión” las aúna desarrollando
colaboraciones comunes en algunos campos, evitando de esta manera el aislamiento y
sintiéndose parte importante de la vida de la Iglesia universal. Dos de las convicciones
profundas que han de tener los pastores y sobre las que insistió el Santo Padre, han
sido “el compromiso espiritual fundado en la contemplación del rostro de Cristo” y
“la necesidad de anunciar el Evangelio”. “Sed fieles, alimentad vuestra vida espiritual
con la palabra viva y eficaz de las Escrituras. Ello os permitirá proponer a vuestros
feligreses una vida espiritual todavía más fuerte”.
En este espíritu, el Papa
invitó al pueblo cristiano a vivir el Año de la Eucaristía, en el que acabamos de
entrar, como un tiempo fuerte de reencuentro con Cristo. Asimismo, el Santo Padre
desea que los fieles de estos pueblos del Índico descubran “este tesoro incomparable
que Jesús nos ha dejado, la dicha y la felicidad de la presencia amante del Salvador”.
“El Año de la Eucaristía es también un tiempo favorable para redescubrir el significado
de la santificación de las fiestas, participando regularmente a la Misa dominical”.
En
su discurso, el Pontífice habló asimismo de la formación de los futuros sacerdotes,
(“uno de los mayores desafíos para la Iglesia”), animando en este sentido a los formadores,
para que el seminario sea un verdadero “lugar de discernimiento serio para las vocaciones”.
De una manera más general, Juan Pablo II afirmó que “es indispensable que los cristianos
tengan una formación religiosa sólida para poder avanzar así a través del difícil
camino del compromiso en el seguimiento de Cristo”.
“La presencia de creyentes
de otras religiones y sobre todo la actividad de las sectas”, dijo el Papa, ha de
ser un aliciente más para que “los discípulos de Cristo afirmen su fe sin dejarse
llevar por el viento de otras doctrinas. En cuanto al papel de los laicos, el Santo
Padre señaló “el deber que tienen en aportar su contribución para que el hombre tome
su plena dimensión como criatura de Dios”. En este sentido las enseñanzas sociales
de la Iglesia son un ayuda preciosa para el servicio del bien común y la dignidad
integral del hombre”.
“Para que los pueblos puedan progresar - dijo finalmente
el Santo Padre - el diálogo interreligioso es también una necesidad; en algunas de
vuestras islas los creyentes de otras religiosas son numerosos, incluso mayoría. Pero
sé que la presencia de los cristianos generalmente es bien aceptada y apreciada''.
En estas circunstancias, observó el Papa, los cristianos ''pueden ser para los hombres
de buena voluntad, signos que indican el camino de la fraternidad y de la concordia,
dando testimonio así del Evangelio''.